viernes, 30 de octubre de 2009

MI PRIMERA ESCUELA . GRACIAS "TIA JERO"

Dicen que uno se va haciendo mayor, cuando los recuerdos afloran con más intensidad que las ilusiones. Me pregunto que pasará cuando te ilusiona el recordar....

Si ayer hablaba de mi experiencia "seudocastrense" en tierras del Big Ben, hoy recuerdo con cariño mis primeros pasos en la escuela de mi pueblo.
Corría 1977. Yo vivía con mis abuelos en un pequeño y precioso pueblecito de Salamanca , Membribe de la Sierra. Eramos a lo sumo quince niños de todas las edades escolares.
Grandioso mérito docente tenía la maestra " Doña Jero" que a la par que profesora , era tia abuela de quien os habla ( mi tia Jero, pero a la que me dirigía en púbico con el rango de Ud).
Sin importarle el variopinto pupurrí de guajes al que a diario tenía que hacer frente, conseguía crear los ambientes adecuados para que de forma metódica y disciplinada cada uno recibiese la formación que merecía su edad y curso. Eso en los tiempos que corremos y con el actual sistema educativo , pienso que sencillamente seria misión imposible.

Recuerdo esas frias mañanas que el invierno serrano se antojaba en regalarnos , alla por los mediados de marzo. Las clases comenzaban a las nueve. Y allí estabamos todos, repeinados y bien vestidos " de a diario", guardando escrupulosa cola por edades y cursos. Doña Jero nos abria la puerta de madera, y de forma maternal nos revisaba mientras ibamos entrando. Era supervisada cada una de las fierecillas que se disponian a aprender algo nuevo de su rígida y a la vez admirada maestra.
En el frontal de la clase, decorado tipico de la postguerra: Altillo de madera en el que se disponía una inmensa mesa de maestra, a su derecha una vitrina acristalada llena de libros y enciclopedias de Alvarez, y encima del mueble , una esfera del mundo y una colección de cartabones y compases. Entre la estanteria y la gran pizarra de piedra, presidiendo el cortejo de "abatares de la ciencia " crucifijo "marca INRI" y fotografia enmarcada en " versión de luxe" de D. Francisco Franco.
Todas las mañanas, antes de comenzar la jornada lectiva, en perfecta armonía, y en medio de un ritual cuasi militar, se rezaba un Padrenuestro y una Salve. Una vez dadas gracias al Señor, procediamos a avivar las brasas de nuestras estufillas de carbón ( cada uno llevaba la suya de su casa) para que una vez matados los sabañones invernales , nuesro cuerpo fuese una esponja absorvente de todo lo que se nos enseñase.
Las orlas anuales, no pasaban de diez o quince niños, pero de mi pueblo salieron médicos, maestros, algún que otro catedrático, varias enfermeras y por haber de todo en la viña del Señor , UN CURA. ...En nombre de todos,GRACIAS DOÑA JERO y particularmente en el mio, GRACIAS TIA JERO. Me estaré haciendo mayor, pero me ilusiona el recordarte.

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