La actividad comercial de Oporto viene de antaño. Los romanos, al notar su excelente acceso al mar, dominaron la región y la llamaron Cale. Pero al caer el imperio, la zona fue ocupada por los visigodos y más tarde por los árabes, quienes la abandonaron a fines del siglo XI. En este periodo, el territorio fue conocido como Portus Cale (o Portucale, de donde proviene el actual término de Portugal). A finales del siglo XVII, llegaron los comerciantes de vino ingleses, que le dieron a la ciudad un toque británico, ideal para sellar la alianza que Inglaterra y Portugal tuvieron a lo largo de la historia.
En la parte antigua de la ciudad tienes mucho para ver. La Catedral románica (siglo XII), la esbelta Iglesia de San Francisco (que posee numerosas tallas doradas), el Palacio de la Bolsa, la Muralla Fernandina, la Torre de los Clérigos (de 75 metros de altura, realizada por Nicolau Nasoni), el Palacio de Cristal, el Ayuntamiento y la Fundación Serralves, dedicada al arte portugués contemporáneo, son los edificios más destacados. Otro de los atractivos de la vieja Oporto es su antiguo tranvía, el cual aún recorre el casco histórico de la ciudad.
También te recomiendo que recorras los bares para saborear el vino que hizo mundialmente conocida a Oporto. Éste, que es producido en las famosas bodegas de la margen izquierda del río Duero, donde se ubica la localidad de Vilanova de Gaia, nació en el siglo XVI, como producto de la adición de brandy al vino cuando éste estaba en proceso de fermentación. Hoy en día el vino de Oporto tiene muchas variedades de acuerdo a su añejamiento.
¡Ojalá disfrutes de esta gran ciudad y de su excelente vino en muy buena compañía!!!
¡Para ello recuerda reservar tu hotel en Oporto!
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