viernes, 4 de septiembre de 2009

HAZME REIR DOCTORCITO



La cirugía que devuelve la sonrisa
Quienes sufren una parálisis facial definitiva por un tumor o un accidente saben bien hasta qué punto pueden ser importantes unas secuelas que a veces los médicos consideran menores. La cirugía plástica y reparadora, que se remonta a principios del siglo XIX y que también ha incorporado técnicas quirúrgicas estéticas, se ha perfeccionado en los últimos años y está en condiciones de devolver a esas personas la simetría facial en reposo, la capacidad para cerrar los ojos e incluso, la sonrisa, al margen de mejorar las funciones de deglución y fonación.
La parálisis facial ha estado infravalorada desde un punto de vista médico, a pesar de que repercute no sólo en las funciones ocular, de fonación y de deglución, sino también en la capacidad para transmitir emociones y, en definitiva, en la vida social del paciente. En la gran mayoría de los casos las parálisis son de causa desconocida (parálisis de Bell) y se recuperan solas, pero en el porcentaje restante, en torno a un 10 por ciento, las parálisis son definitivas y constituyen la secuela de patologías graves, como un tumor, un traumatismo o una infección. A pesar de que muchas veces se ven como un problema menor comparado con su etiología, existen múltiples técnicas quirúrgicas que pueden solucionarlas.
Al margen de las experiencias individuales, en España sólo hay dos unidades de cirugía específicas para este problema: la dirigida en la Clínica Universidad de Navarra por Bernardo Hontanilla y la del USP Hospital San Camilo, en Madrid, que acaba de ponerse en marcha. Su responsable, Enrique Pérez Luengo, explica que una unidad de estas características debe estar integrada por cirujanos plásticos junto con un especialista en otorrinolaringología, además de contar con el apoyo de las unidades de diagnóstico por imagen, neurofisiología y rehabilitación.
Antes de ponerse manos a a la obra, el equipo valora cada caso, puesto que hay soluciones específicas. "El tiempo determina la elección de cada una. El diagnóstico precoz resulta básico, pues conforme pasan los meses se reducen las opciones del paciente y los resultados pueden empeorar".
La ventana terapéutica para este tipo de parálisis se sitúa en los doce meses: durante este periodo, sobre todo en los estadios más precoces, se puede efectuar un abordaje cross-face, que consiste en establecer un puente que conecte un nervio facial sano con el enfermo; de esta forma, un único núcleo motor mueve los dos lados de la cara.
Técnica más idóneaA partir de los seis meses de parálisis, la técnica más empleada es la anastomosis del nervio hipogloso con el facial lesionado, de manera que el núcleo motor del hipogloso gobierne el movimiento de la cara paralizada. "Ultimamente, se considera el empleo del nervio trigémino, que parece obtener mejores resultados que el hipogloso", apunta Pérez Luengo.Estas técnicas de inervación no resultan útiles en la parálisis de larga duración. Tales casos se ven abocados al injerto microquirúrgico de colgajos musculares, habitualmente el músculo gracilis. La intervención consta de dos fases: en una primera se efectúa el puente del nervio facial sano al enfermo, y al cabo de unos meses se recurre al autotrasplante muscular. El resultado suele resumirse en una sonrisa.

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